jueves, 2 de marzo de 2017

¿QUE SIGNIFICA SER CRISTIANO?

 




Hace un par de días, en carta que reprodujimos en esta página, Monseñor Felipe Bacarreza, Obispo de Los Ángeles, hacía notar la inconsecuencia que significa que un Partido político se denomine "cristiano", como la Democracia Cristiana y, a la vez, que haga tabla rasa de contenidos fundamentales de lo que implica serlo efectivamente, como la defensa de la vida del que está por nacer; y que no es consecuente enarbolar el nombre Cristo y, a la vez, proclamarse como "no confesional". Termina Monseñor pidiendo que, para evitar confusiones, ese partido cambie su nombre. El senador Ignacio Walker responde que no hay tal confusión, porque la DC es un partido no confesional de "inspiración cristiana" y que, por lo tanto puede mantenerse al margen de las enseñanzas de la Iglesia Católica. Para Walker alguien como él puede proclamarse católico, pero que, al entrar en un partido como la D.C., puede dejar de lado su catolicismo y actuar -dice él- al servicio de la justicia en pro del bien común. Es fuerte, desde luego, esta conclusión, porque está afirmando que seguir una orientación católica puede llegar a ser contrario a las exigencias del bien común. En ese argumento, por lo demás, se asiló Mario Fernández, también D.C. y actual Ministro del Interior, para defender su apoyo al proyecto que propicia el aborto.

Lo que tanto Walker como Fernández olvidan es que ser cristiano no implica nada diferente a ser simple y plenamente humano. Así, si la Iglesia reprueba todo atentado contra la vida del que está por nacer, no es porque haya encontrado esa reprobación en un determinado libro sagrado o en la revelación de algún profeta, sin perjuicio de que ahí también pueda estar, sino porque lo enseña nuestra humanidad. Es decir, matar es anticristiano no porque lo diga la Iglesia, sino que ella lo dice porque es antihumano. Y lo mismo sucede con las políticas anticonceptivas o con aquellas que han impulsado la relativización y banalización de las promesas matrimoniales. La verdad sobre estos puntos no se encuentra en las estrellas sino en la profundidad de nuestra propia naturaleza.

Por eso, en fin, la Iglesia reprueba a un constructor no cuando construye al margen de las reglas que al respecto establecería la Biblia -que, de hecho no existen- sino cuando lo hace al margen de las reglas que la naturaleza enseña que deben orientar su conducta. Y lo mismo con los médicos, ingenieros, abogados y todos los profesionales. Lo que la Iglesia nos propone en su mensaje no es otra cosa -ni más ni menos- que vivir en plenitud nuestra humanidad individual y social, evitando lo que la puede destruir.

Sin embargo, Walker y Fernández insisten en que, a pesar de militar en un partido que enarbola el nombre de Cristo, pueden apartarse de las orientaciones de la Iglesia Católica, por estar cumpliendo "tareas de estado". Desde luego, en lo que se refiere al respeto de la vida de todas las personas desde que son tales hasta que naturalmente dejan de serlo. Pero, en los hechos así nos notifican de que dejarán de lado reglas mínimas que nos impone ciertamente nuestra condición de cristianos, pero que antes nos impone nuestra primaria condición de personas humanas.

El primer artículo de esta serie, de Walker, apareció en El Mercurio del 21/9/16:


Carta respuesta a Monseñor Baccareza de Ignacio Walker: (http://www.elmercurio.com/blogs/2016/09/27/45328/Coherencia-del-nombre-cristiano.aspx)

Carta respuesta a Ignacio Walker de Monseñor Baccareza: (http://www.elmercurio.com/blogs/2016/09/28/45351/Coherencia-del-nombre-cristiano.aspx)



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