miércoles, 30 de marzo de 2016

Valparaíso, Puerto de nostalgia... y de futuro

 

Vista de la Bahía - de Juan Mauricio Rugendas 1802-1858



Desde sus orígenes como puerto comercial abierto al mundo exterior, es decir, más o menos desde 1817, Valparaíso ha constituido fuente permanente de inspiración a múltiples artistas ya sea de las más diferentes disciplinas, como de las más distintas y distantes procedencias geográficas. Muy conocidos son los pintores como Sommerscales entre los extranjeros o Camilo Mori entre los nacionales, por no nombrar sino a dos de una verdadera legión tanto del pasado como del presente. También, los escritores como Salvador Reyes. Este último nació en Copiapó a comienzos del siglo XX y poco después se trasladó con su familia a vivir a Antofagasta. Pero, ya joven llegó a instalarse a Valparaíso donde pasó un tiempo que lo marcaría a fuego. Trasladado a Santiago, inició una carrera diplomática que lo llevó a muchos lugares del planeta y, al final, volvió a radicarse, como mucha gente de provincia, en la capital; pero, hasta el día de su muerte, en 1971, vivió buscando la puerta que le hubiera permitido regresar al puerto de sus amores.

Salvador Reyes fue un testigo privilegiado de la transformación de Valparaíso; de un puerto pujante y capital financiera y comercial de Chile a ser poco más que una caleta dedicada al cabotaje cuando, a partir de 1930, las autoridades de la época decidieron cerrar el país al comercio exterior con el pretexto de favorecer a la industria nacional. Política de torpeza infinita, ella fue la causante del atraso y subdesarrollo de Chile y del gigantismo de Santiago que absorbió lo mejor de cada provincia; política que sólo vino a clausurarse cuando los militares llegaron al poder en 1973. En Salvador Reyes, la nostalgia de Valparaíso no hizo sino crecer con los años; pero, a la vez, fue el motor de una importante producción literaria que culminó en 1955 con la edición de su obra más importante, una novela que llevó precisamente el nombre de “Valparaíso, Puerto de Nostalgia” y en la cual narra los acontecimientos de una vida cotidiana en la ciudad de aquellos años de transición.

Desde que se reabrió el país al comercio exterior y se dio impulso a una industria nacional capaz de competir en cualquier parte del mundo, Valparaíso ha recuperado buena parte de su enorme importancia portuaria. Y ha recuperado su importancia, dentro del país, como un centro privilegiado de carácter patrimonial. Pero, le ha costado más en otros aspectos que, en su momento, fueron característicos, como centro financiero, comercial e industrial de Chile; le ha costado recuperar población. De a poco, con todo, volverán.

Este es el momento pues para recordar a alguien como Salvador Reyes y para agradecerle su constante preocupación por Valparaíso, un gran personaje de sus novelas. Pero, no para quedar clavados en la pura nostalgia sino para convertir a ésta en motor de futuro; para reanimar el viejo camino de este puerto benemérito. Porque uno de los riesgos que corre hoy Valparaíso es el de que la nostalgia impulse a tratar de petrificarlo en su pasado y a convertirlo en no mucho más que una fría tarjeta postal.

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