miércoles, 30 de marzo de 2016

Más allá del Festival: La realidad de Viña del Mar

 



Durante esta semana, Viña del Mar se estremece con una nueva versión del Festival de la Canción. Es indudable que este Festival constituye un aporte importante a la vida de la ciudad y a la entretención -sana o no, eso es discutible- de mucha gente tanto en Chile como en el extranjero. Y no sólo de los que físicamente asisten a la Quinta Vergara sino de los miles que siguen el evento por televisión. Poco importa ya la competencia de nuevas canciones que dio origen al Festival. El "show" ha pasado de lejos al primer plano como asimismo algunas actividades que le están estrechamente asociadas, entre ellas la Cena de Gala y su ya famosa alfombra roja; y la elección de Reina y, casi más que la elección, el "piscinazo" de la ganadora.

Todo esto, salvo los excesos arriba del escenario como fuera de él, está muy bien y sólo podemos felicitarnos de tener un evento de esta magnitud proyectándose desde nuestra ciudad.

La inquietud brota, sin embargo, cuando este fenómeno se analiza desde otra perspectiva. ¿Qué tiene Viña del Mar para ofrecer más allá del Festival? ¿Qué la hace conocida que no sea el ruido ensordecedor de las noches de esta semana? Podrán ensayarse múltiples respuestas; entre ellas, con seguridad una que parece obvia: el Casino Municipal, tanto más importante cuanto que su aporte financia en definitiva más del 50% del presupuesto municipal. Pero ¿cómo es posible que una ciudad como Viña del Mar dependa de un Casino de juegos de azar para financiar en tan alta proporción su presupuesto municipal? Por lo demás, este Casino aporta porque está instalado en Viña del Mar; pero, asimismo, porque está prohibido en otras partes. Luego, no es algo que brote de la fortaleza misma de la ciudad, sino que, al contrario, es algo que demuestra cuán débil es ella y cómo su suerte depende de este extraño privilegio. El mismo Festival, por otra parte, tiene lugar en la ciudad pero, en el hecho, hace tiempo que ha dejado de ser propiamente una actividad de la ciudad.

Con todo esto no quiero desmerecer lo que se hace, sino poner el acento en la carencia de otras actividades propias y permanentes que den sentido a lo que podemos llamar una ciudad. Viña del Mar se ha ido de a poco despojando de su condición de tal para pasar a ser uno más de la cadena de balnearios del litoral central. Tal vez, el más importante; pero que, como los otros, se alimenta de los aportes de la capital. Y, aun está condición está siendo amenazada porque inexorablemente lo más exitoso del balneario se proyecta hacia el norte, por Concón, Quintero y más allá. Viña del Mar comienza a quedar atrás.

En sus orígenes, hace casi ciento cincuenta años, Viña del Mar surgió como un barrio residencial de Valparaíso a cuyo destino estaba atada. Tal vez sea el momento de mirar esos orígenes y reponer con el Puerto la comunidad de intereses sin la cual, por lo demás, Viña del Mar no se explica.

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