Ayer,
el Senado de nuestra República aprobó la idea de legislar acerca del
proyecto presentado por el gobierno que da luz verde al homicidio de
seres humanos no nacidos que aún permanecen en el vientre de sus madres
La discusión de este proyecto se ha dado en medio de enormes
dificultades reales que enfrenta nuestro país y nosotros, sus
habitantes. Desde luego, la gravísima emergencia provocado por
gigantescos incendios que queman regiones enteras y cuyos orígenes
terroristas son cada vez más evidentes. La inseguridad ciudadana frente a
una delincuencia cada vez más audaz y agresiva que no hace sino crecer
con el resultado de que se enseñorea del país. Una recesión económica
producto de desacertadísimas medidas adoptadas por este gobierno y que
amenazan con hacernos perder todo lo que avanzamos en los últimos
cuarenta años. Por mencionar sólo algunos ejemplos.
En este
escenario de tanto riesgo el gobierno de la señora Bachelet, en vez de
enfrentar estas dificultades y tratar de superarlas, hace como si ellas
no existieran. Yendo más allá, no vacila en fabricarse problemas a “su
pinta” para después mostrar las “soluciones” que les da como el gran
justificativo de su gestión. Es lo que sucede con el caso que
comentamos. Como si no hubiera nada qué hacer, Bachelet y los partidos
que la acompañan estiman que su principal tarea del momento es la de
lograr la aprobación de este proyecto que, desde luego, hace tabla rasa
de todo lo que se ha predicado en torno a los derechos humanos, pues
legaliza el crimen precisamente de seres humanos inocentes e indefensos.
Esos derechos dejan entonces de ser universalmente humanos para pasar a
ser privilegio de algunos de entre nosotros.
Mientras el
gobierno fracasa en todo lo que es sustantivo e importante para la vida
de los chilenos, tiene éxito en una política criminal que apunta a
eliminar a nuestros compatriotas más indefensos. Por cierto, muchas
veces los embarazos son acompañados por problemas nada de sencillos
sobre todo para las madres, pero no hay ninguno de ellos que no sea
abordable con medidas de apoyo y de acompañamiento que demuestren a esas
madres cómo la sociedad está con ellas y las comprende sin que sea
necesario sacrificar ni a la madre ni a su criatura. En este sentido, la
realidad del aborto legalizado es siniestra, pues constituye la vía por
la cual la sociedad se niega a prestar la ayuda debida a esas madres y,
al contrario, las presiona para que consientan en matar a sus hijos
antes de nacer.
El gobierno y sus partidos se regocijan con este
éxito que han obtenido. De verdad se regocijan con lo que, en realidad,
no es para Chile sino un gravísimo fracaso. Sobre todo cuando, al mismo
tiempo, el país se cae a pedazos.
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