Hace
algunos días Hernán Büchi anunció que, hastiado de la inseguridad
jurídica que reina en nuestra patria ha tomado la decisión de trasladar
su residencia al extranjero. Probablemente ha influido en esta decisión
el hostigamiento de que es objeto por alguna eventual inversión en
fondos extranjeros.
Sin embargo, no nos
puede dejar indiferentes una noticia como ésta. Antes que nada, a
Hernán Büchi en Chile le debemos gratitud por haber estado, hace ya más
de treinta años, en la base de la aplicación del conjunto de ideas que
transformaron a este país hasta el punto de convertirlo en la cabeza de
nuestro continente, cuando nunca antes había pasado, con suerte, de una
mediocre posición en el medio de la tabla. Las ideas fueron simples: en
lo principal, abrir espacio a la libertad creativa de las personas y
darles seguridad jurídica en relación al resultado de sus inversiones y
de sus esfuerzos. Las reglas del juego, pocas, claras y rigurosamente
aplicadas fueron la base para comenzar a dejar atrás décadas de
subdesarrollo. Digámoslo con claridad: nunca se ha hecho más por los
pobres de este país que durante el largo período en que estas reglas han
estado vigentes. O, en un modo contemporáneo de hablar, los derechos
humanos de los pobres y de los más pobres fueron mucho más respetados y
fortalecidos con la política cuya aplicación le correspondió encabezar a
Hernán Büchi que lo que lo fueron en los cincuenta años anteriores, de
claro predominio socialista y estatista. Fue, por cierto, mérito de los
gobiernos que vinieron después de 1990 el haber mantenido en la teoría y
en la práctica las reglas y principios de esa política. Lo que en 1990
era un joven árbol que comenzaba a echar sus ramas y hojas benefactoras
se convirtió después en un frondoso árbol destinado a brindar protección
cada día a más chilenos.
Lo cual es tanto más importante de
advertir cuando, por el contrario, comienzan ahora a aparecer las
primeras consecuencias de medidas destinadas a socavar eso que tanto
costó hacer. Hoy, por desgracia, la demagogia vuelve al escenario y sus
principales víctimas son los pobres y más pobres. Una caída brutal del
crecimiento, un alarmante aumento del desempleo y una seguridad
ciudadana que está por los suelos son factores que golpean primeramente a
esos grupos humanos de nuestra sociedad.
Por eso, digámoslo
también claramente, la partida de Hernán Büchi va a tener como
principales afectado a esos pobres de Chile que van a perder a uno de
los defensores más capaces de la única política hábil para derrotar a la
pobreza. Y si ahora, para concluir, le pedimos a Hernán Büchi que
reconsidere su decisión es precisamente porque para el bien de los
pobres y de los más pobres su presencia acá es muy importante. Ojalá así
él lo entienda. Aún queda mucho por hacer.
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