miércoles, 18 de enero de 2017

HACIA UNA NUEVA CONSTITUCION - Las circunstancias

 





La Presidenta de la República ha dado oficialmente la partida a un proceso para dejar de lado la Constitución que nos rige y para elaborar una que debe reemplazarla. Lo hace en atención a que considera que la Constitución actual tiene un origen ilegítimo en cuanto fue elaborada y promulgada bajo la Presidencia del General Pinochet. Pero, no dice que después fue hasta tal punto modificada que la versión vigente lleva la firma del Presidente Ricardo Lagos y que éste proclamó a los cuatro vientos la legitimidad democrática de lo que firmaba. Del Gobierno del Presidente Lagos, la actual Presidenta fue Ministro y ella asumió su primer mandato justo después y, durante todo ese tiempo, nada se habló de un eventual cambio de Constitución. Es decir, después de 25 años que se regresó a un régimen democrático, recién ahora quienes gobernaron el país durante casi todo ese tiempo reparan en que la Constitución que les dio respaldo sería ilegítima. 

Esta forma de argumentar provoca, por supuesto, una muy razonable duda acerca de cuál sea el verdadero objetivo del proceso que comentamos. Duda que se hace aún más válida cuando desde el Gobierno y los Partidos que lo apoyan no se ha esgrimido ninguna razón de fondo, ni ninguna crítica especial respecto de las disposiciones de la actual Constitución. Sólo se ha hecho cuestión de su origen. Por otra parte, no puede dejarse de lado la consideración de que ha sido precisamente esta Constitución la que ha presidido el largo período de 40 años de recuperación económica que ha expandido la riqueza nacional y que ha integrado al goce de ella a un numeroso contingente de compatriotas que antes sólo la podían contemplar de muy lejos.

Tampoco puede pasar inadvertido que desde la Presidencia de la República se impulse este proceso cuando el país, como consecuencia de los desaciertos de este Gobierno, hace frente a una situación muy preocupante, con un crecimiento que se ha desplomado y un desempleo que amenaza a números cada vez mayores de nuestros compatriotas. Y cuando el desprestigio de la clase política, mayormente por corrupción, ha alcanzado niveles nunca antes conocidos en nuestro país, afectando a importantes figuras tanto de Gobierno y Oposición. Especialmente ese desprestigio ha afectado a la misma Presidenta de la República, cuyo entorno familiar más cercano ha sido protagonista de un escándalo de proporciones como es el caso denominado CAVAL, llevando la adhesión popular a su persona a niveles muy bajos y durante mucho tiempo.

Son estas circunstancias las que no pueden sino provocar una preocupación importante acerca de este cambio promovido por nuestra Presidenta. Todas las señales que hemos mencionado inducen a creer que nos encontramos frente a una maniobra distractora, lo cual no sería tan grave si no fuera porque el país necesita concentrar todo su tiempo, todos sus esfuerzos y todos sus recursos para recuperar el ritmo de crecimiento que teníamos hasta hace un corto tiempo atrás. Es la situación de nuestros pobres lo que lo hace imperioso.

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