miércoles, 30 de marzo de 2016

Primacía del Derecho a la Vida

 



Ha sido impactante la noticia de que la Corte Suprema de nuestro país ordenó al Hospital Base de Osorno aplicar todas las vacunas correspondientes a un niño de 4 meses de vida, cuya madre se resistía a permitir las inmunizaciones correspondientes a la edad del menor, motivo por el cual éste enfermó de tos convulsiva. No hay por qué dudar de la buena fe de esa madre. Incluso es posible que su decisión haya provenido de motivaciones religiosa. Pero, estaba errada y el derecho a la vida de esa criatura prima por sobre todo. Por eso, la resolución adoptada de manera unánime por los Ministros de la Tercera Sala de la Corte Suprema es totalmente acertada.

Una madre no puede obrar de cualquier manera en el cuidado de sus hijos, sobre todo cuando está en riesgo la vida de alguno de ellos. Al contrario, se espera de ella que lleve adelante todas las conductas destinadas al mejor bien del hijo. Y, si no lo hace, la justicia puede y debe intervenir, porque la vida de una persona, por muy minúscula que sea, no es algo que interese sólo a la madre o a familiares, sino a la comunidad entera, cuyo bien depende efectivamente del bien de sus miembros.

Si la madre obró por convicciones religiosas, ello exige revisar los postulados de esa religión. Tanto como cuando una de ellas trata de prohibir las transfusiones de sangre a menores que las requieren con urgencia. Una religión es sana en la medida en que se complemente con los requerimientos que enseña la ciencia tanto para la salud como para el bienestar general de las personas. De lo contrario, podemos avanzar que se trata de una falsa religión.

Como podrá apreciarse, la sentencia que comentamos es muy importante; porque, además, los motivos que ella invoca para respaldar el tratamiento exigido por la ciencia médica para proteger la vida del menor y recuperar su salud se hacen claramente extensivos a la protección de la vida de los niños que están por nacer. Ya no se trata de recuperar la salud, sino de defender esas vidas de todo ataque que apunte derechamente a su eliminación

Son la ciencia médica y la biología las que enseñan que ese ser que está aun en el seno materno es un ser tan humano como cualquiera que ya ha nacido. De lo contrario, éstos no lo serían tampoco. En este sentido, una religión sana ha de establecer como conducta moralmente obligatoria aquella que la misma ciencia enseña como la más adecuada para proteger la vida del que está por nacer y como conducta moralmente condenable aquella que pueda atentar directa y primariamente contra esa vida. No se trata pues de un a priori religioso sino de la firme convicción de que respetando los requerimientos de las ciencias involucradas, se respetan efectivamente los derechos de las personas.

Ciencia y religión van así de la mano en la defensa de la vida.

Artículo inicial publicado en El Mercurio: http://www.emol.com/noticias/Nacional/2016/03/04/791384/Tribunal-ordena-a-hospital-a-vacunar-a-menor-tras-negativa-de-su-madre-a-aplicar-inmunizacion.html

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