HOY 15 DE OCTUBRE, FIESTA DE SANTA TERESA DE JESÚS DE ÁVILA
Religiosa carmelita española, nació en Ávila el 28 de marzo de 1515 y
falleció en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582. Estaba dotada de una
clara inteligencia y de un fuerte carácter. Pero, a la vez, de mucho
humor y de gran sensibilidad literaria. Ingresó muy joven al convento de
las Carmelitas de su ciudad natal. A poco andar, se convenció
de que la Orden requería de una profunda renovación, pero no será hasta
1561 que ella, apoyada por San Juan de la Cruz, comience su labor que
la llevará a fundar la Orden de los Carmelitas Descalzos de San José
(ocd). El primer convento para esta nueva Orden fue construido en la
misma Ávila, aunque la oposición de la antigua orden fue muy dura. Y, en
esa labor fundacional, y con similares contratiempos, continuó la santa
hasta el fin de sus días.
Junto con su tremenda vida activa,
Santa Teresa nunca descuidó su vida contemplativa y de oración hasta el
punto de ser considerada una de las figuras más relevantes de la vida
mística del catolicismo universal. Esa vida fue la que ella volcó en sus
escritos y en su poesía, considerados, a la vez, como una de las
cumbres de la literatura española.
Canonizada el 12 de marzo de
1622 por el Papa Gregorio XV y, el 27 de septiembre de 1970 fue
proclamada por el Papa Paulo VI, junto a Santa Catalina de Siena, como
Doctora de la Iglesia. Fueron las primeras mujeres a las cuales se les
reconoció esa calidad. Más tarde se les va a unir Santa Teresita del
Niño Jesús de Lisieux.
POEMAS:
Nada te turbe, nada te espante,
todo se pasa, Dios no se muda;
la paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene, nada le falta.
Solo Dios basta.
-0-0-
Vivo sin Vivir en mi
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.
Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.
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