La
discusión acerca del reajuste de los empleados públicos, incluyendo
municipales y de los servicios que presta el Estado como salud y
educación, ha puesto violentamente en tensión a la coalición gobernante.
Por un lado, se alinean los que quieren barrer con la disciplina
fiscal; es decir, casi todos. La votación del proyecto en la Cámara de
Diputados fue ilustrativa: ningún
diputado de Gobierno votó a favor. Clara demostración de que los
argumentos de seriedad fiscal y de que no puede gastarse más allá de lo
que se dispone, cayeron en oídos sordos. Quien está detrás de esos
argumentos es el Ministro de Hacienda Rodrigo Valdés que, muy lejos de
la excitación reformista con que la sra. Bachelet llegó al poder, se la
juega hoy por entero para mantener la disciplina fiscal. El sabe que, de
relajar su vigilancia, el país entero caerá en un espiral de gasto
donde lo que es pan para hoy terminará siendo hambre para mañana.
Los diputados, sin embargo, no están solos. Toda una amplia gama de
figuras de la Nueva Mayoría se mueve detrás de ellos. Y a su cabeza, el
mismo Ricardo Lagos cuyo regreso a la política es paralelo al regreso a
sus viejas ideas socialistas que, durante su gobierno, tuvo buen cuidado
de dejar de lado. Hoy las retoma: el ataque a las AFP y su decidido
apoyo al proyecto que legaliza el aborto, así lo demuestran. Otros
próceres como el senador Guido Girardi desde atrás mueven los hilos de
esta rebelión. Por otra parte, el avance electoral de los nuevos
grupúsculos de izquierda constituye una presión muy poderosa para que el
conglomerado oficialista continúe en esta tendencia demagógica. De
hecho, el Partido Comunista juega con todo desembozo a los dos lados: en
el gobierno, por una parte, y en la calle, por otra, alentando a los
huelguistas y manifestantes.
Lo que es rigurosamente cierto es
que la realidad de la caja fiscal, para nada auspiciosa, se ha hecho
bruscamente presente. Llegó la hora de pagar la cuenta; esto es, la
cuenta del festival de gastos con que se inauguró este gobierno y la
cuenta del feroz ataque que él desencadenó contra la fuerzas productivas
del país. La menor inversión ha golpeado derechamente la creación de
nuevos empleos y ha disminuido la recaudación tributaria. Es decir, el
gobierno tiene ahora más bocas que alimentar y menos recursos con los
cuales hacerlo.
La tentación de salir a la venezolana, por la
vía de crear artificialmente dinero aunque ello provoque inflación
galopante y gran desabastecimiento, debe ser muy fuerte en las filas del
oficialismo. La tenacidad del Ministro Valdés hasta ahora ha retenido
esa tentación. Dentro del mismo gobierno, las lealtades no está para
nada sólidas. La gran pregunta que todos nos hacemos es cuánto más la
Presidenta seguirá dando la cara por la disciplina fiscal y cuanto más
esperará para dar rienda suelta su carácter íntimo que, con tanta
facilidad, la conduce al socialismo y a sus desatinos.
No hay comentarios.:
Write comentarios