jueves, 2 de marzo de 2017

¿LA DEMAGOGIA DE NUEVO?

 






La discusión acerca del reajuste de los empleados públicos, incluyendo municipales y de los servicios que presta el Estado como salud y educación, ha puesto violentamente en tensión a la coalición gobernante. Por un lado, se alinean los que quieren barrer con la disciplina fiscal; es decir, casi todos. La votación del proyecto en la Cámara de Diputados fue ilustrativa: ningún diputado de Gobierno votó a favor. Clara demostración de que los argumentos de seriedad fiscal y de que no puede gastarse más allá de lo que se dispone, cayeron en oídos sordos. Quien está detrás de esos argumentos es el Ministro de Hacienda Rodrigo Valdés que, muy lejos de la excitación reformista con que la sra. Bachelet llegó al poder, se la juega hoy por entero para mantener la disciplina fiscal. El sabe que, de relajar su vigilancia, el país entero caerá en un espiral de gasto donde lo que es pan para hoy terminará siendo hambre para mañana.

Los diputados, sin embargo, no están solos. Toda una amplia gama de figuras de la Nueva Mayoría se mueve detrás de ellos. Y a su cabeza, el mismo Ricardo Lagos cuyo regreso a la política es paralelo al regreso a sus viejas ideas socialistas que, durante su gobierno, tuvo buen cuidado de dejar de lado. Hoy las retoma: el ataque a las AFP y su decidido apoyo al proyecto que legaliza el aborto, así lo demuestran. Otros próceres como el senador Guido Girardi desde atrás mueven los hilos de esta rebelión. Por otra parte, el avance electoral de los nuevos grupúsculos de izquierda constituye una presión muy poderosa para que el conglomerado oficialista continúe en esta tendencia demagógica. De hecho, el Partido Comunista juega con todo desembozo a los dos lados: en el gobierno, por una parte, y en la calle, por otra, alentando a los huelguistas y manifestantes.

Lo que es rigurosamente cierto es que la realidad de la caja fiscal, para nada auspiciosa, se ha hecho bruscamente presente. Llegó la hora de pagar la cuenta; esto es, la cuenta del festival de gastos con que se inauguró este gobierno y la cuenta del feroz ataque que él desencadenó contra la fuerzas productivas del país. La menor inversión ha golpeado derechamente la creación de nuevos empleos y ha disminuido la recaudación tributaria. Es decir, el gobierno tiene ahora más bocas que alimentar y menos recursos con los cuales hacerlo. 

La tentación de salir a la venezolana, por la vía de crear artificialmente dinero aunque ello provoque inflación galopante y gran desabastecimiento, debe ser muy fuerte en las filas del oficialismo. La tenacidad del Ministro Valdés hasta ahora ha retenido esa tentación. Dentro del mismo gobierno, las lealtades no está para nada sólidas. La gran pregunta que todos nos hacemos es cuánto más la Presidenta seguirá dando la cara por la disciplina fiscal y cuanto más esperará para dar rienda suelta su carácter íntimo que, con tanta facilidad, la conduce al socialismo y a sus desatinos.

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