jueves, 2 de marzo de 2017

A las Iglesias Evangélicas se les agotó la paciencia

 





Definitivamente, la paciencia se agotó. Es lo que da cuenta la noticia que compartimos, aparecida en El Mercurio del pasado 28 de julio (C 5). Las Iglesias evangélicas se han decidido a tomar el toro por las astas. Lo cual significa que no esperarán la ofensiva gobiernista destinada a socavar los cimientos de la personalidad, de la familia y del matrimonio, sino que ensayarán de adelantarse ingresando en el mundo de la política para defender los reales valores de nuestra condición humana. No somos una especie de plasticina abierta a cualquier forma que se le quiera dar. Somos, al contrario, seres dotados de una naturaleza cuyo respeto es condición sine qua non de nuestra personal realización humana. Así, por ejemplo, el reconocimiento -y no invento- de que entre las personas hay infantes, menores, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos a los cuales no se les puede tratar indiferenciadamente. Así. el reconocimiento de que no es lo mismo ser varón que ser mujer -sin perjuicio de una igual dignidad- y que, para una persona singular, no da lo mismo buscar complemento con uno u otra. Así, con el respeto irrestricto de la vida del ser humano desde que comienza a serlo, en el momento mismo de la fecundación de un óvulo femenino con un espermio masculino, hasta su muerte natural, denunciando al aborto y a la eutanasia como prácticas diametralmente contrarias a este respeto. La religión cristiana y los textos sagrados que le dan base se acuerdan con esta visión de la humanidad de cada uno. Por eso es que estas Iglesias se han sentido interpeladas -o, más bien, provocadas- por este programa del gobierno. Y, porque se toman en serio su misión, es por lo que han recogido el guante y han decidido salir a la cancha a combatir por sus ideales. Todo un orgullo para nuestra patria. 

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