Definitivamente,
la paciencia se agotó. Es lo que da cuenta la noticia que compartimos,
aparecida en El Mercurio del pasado 28 de julio (C 5). Las Iglesias
evangélicas se han decidido a tomar el toro por las astas. Lo cual
significa que no esperarán la ofensiva gobiernista destinada a socavar
los cimientos de la personalidad, de la familia y del
matrimonio, sino que ensayarán de adelantarse ingresando en el mundo de
la política para defender los reales valores de nuestra condición
humana. No somos una especie de plasticina abierta a cualquier forma que
se le quiera dar. Somos, al contrario, seres dotados de una naturaleza
cuyo respeto es condición sine qua non de nuestra personal realización
humana. Así, por ejemplo, el reconocimiento -y no invento- de que entre
las personas hay infantes, menores, adolescentes, jóvenes, adultos y
ancianos a los cuales no se les puede tratar indiferenciadamente. Así.
el reconocimiento de que no es lo mismo ser varón que ser mujer -sin
perjuicio de una igual dignidad- y que, para una persona singular, no da
lo mismo buscar complemento con uno u otra. Así, con el respeto
irrestricto de la vida del ser humano desde que comienza a serlo, en el
momento mismo de la fecundación de un óvulo femenino con un espermio
masculino, hasta su muerte natural, denunciando al aborto y a la
eutanasia como prácticas diametralmente contrarias a este respeto. La
religión cristiana y los textos sagrados que le dan base se acuerdan con
esta visión de la humanidad de cada uno. Por eso es que estas Iglesias
se han sentido interpeladas -o, más bien, provocadas- por este programa
del gobierno. Y, porque se toman en serio su misión, es por lo que han
recogido el guante y han decidido salir a la cancha a combatir por sus
ideales. Todo un orgullo para nuestra patria.
Enlace al artículo en El Mercurio: http:// impresa.elmercurio.com/ Pages/ NewsDetail.aspx?dt=2016-07- 28&dtB=01-08-2016+0%3A00%3 A00&PaginaId=5&bodyid=3
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