miércoles, 18 de enero de 2017

LOS APRENDICES DE BRUJO

 




Cuenta la leyenda que unos aprendices de brujo decidieron inventar una fórmula para producir fuego; pero, cuando estaban en eso, como no conocían bien cómo hacerlo, les estalló una llama y terminó por quemarles las manos. Algo parecido les está sucediendo a nuestros gobernantes de hoy, con la Presidenta de la República a la cabeza. No más llegaron al poder, se embarcaron en una serie de reformas estructurales destinadas, según ellos, a lograr una mejor igualdad entre los chilenos. Nada les importó todo lo que este país había avanzado en las últimas décadas ni cómo ese progreso se había volcado en una medida no menor en las capas más necesitadas de la población. Su lema era y sigue siendo la "igualdad".

Pero, después de más de dos años que iniciaron el experimento, está claro que han destruido mucho de lo que tanto costó construir y que ni el país ni sus sectores más modestos han logrado nada sustantivo a cambio. Al contrario, como llamaron a todas las fuerzas para combatir lo que se les aparecía como el demonio de la desigualdad y cómo, contra ella, todos los métodos iban a estar permitidos, resulta que lo que soltaron fueron los demonios que encierra la violencia. Así, en pocos días se han sucedido hechos como la destrucción de Cristo crucificado, la invasión de la Iglesia de la Gratitud Nacional, la quema de un templo evangélico en el sur y, ahora, la destrucción del Instituto Nacional Barros Arana (INBA). Lo cual no es sino la última aceleración de un proceso que ya ha costado muchas vidas, como la del matrimonio Luchsinger Mackay en La Araucanía o la de Eduardo Lara el pasado 21 de mayo en Valparaíso. A la vez, ha costado muchos bienes públicos y privados, como las mismas edificaciones en cuyos incendios perecieron las personas ya nombradas. El estado en que quedó el INBA después de la toma de que fue objeto es simplemente lamentable, hasta el punto de que la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá, pedía a gritos que las fuerzas policiales entraran al recinto y desalojaran a los ocupantes. Es verdaderamente el mundo al revés, porque esa alcaldesa ha sido una de las que más ha estado detrás del programa del actual gobierno. Y, para qué hablar de la delincuencia que parece haber tomado posesión del país y para la cual este período ha constituido un verdadero ensueño.

Lo más grave de todo esto es la obstinación de que dan muestra tanto la Presidenta de la República como sus principales colaboradores. La salida de Jorge Burgos del ministerio terminó con la única resistencia interna que podía enderezar un poco el rumbo. La llegada de Mario Fernández, en cambio, asegura que todas las compuertas se van a abrir. Algo, por cierto, de temer, porque eso significa que sobre todo la violencia va a recrudecer, entrando en un espiral que a muy poco andar puede volverse incontrolable. 

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