miércoles, 18 de enero de 2017

CRIMEN EN ORLANDO

 




La noticia del terrible crimen masivo cometido al interior de una discoteca en Orlando, USA, nos ha impactado a todos. Especialmente a los chilenos que todavía estamos bajo el efecto del atentado sufrido por una imagen de Cristo crucificado y por la invasión de que fue víctima la Iglesia de la Gratitud Nacional en Santiago. Más allá de las medidas que han de tomarse para evitar que estas situaciones sigan repitiéndose, conviene iniciar con urgencia una reflexión acerca del tema de los fines y de los límites en el ejercicio de la libertad. De hecho, hoy mayoritariamente se hace del ejercicio de la libertad el bien máximo que se justificaría por el solo hecho de ser lo que es: libertad. La pregunta es de cajón: en esta hipótesis ¿qué razón se podrá esgrimir para limitar ese ejercicio y así prevenir situaciones como la de Orlando o la del Cristo Roto y de la Iglesia de la Gratitud Nacional? Está claro que no es posible afirmar lo uno como principio y, después, quejarse de las consecuencias.

Mientras llega esa reflexión, una oración por la paz y el respeto mutuo; y por las víctimas de la violencia y sus familias.


ORACIÓN FRANCISCANA POR LA PAZ

¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!
Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.

¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.

Porque dando es como se recibe;
olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado;
muriendo, como se resucita a la vida eterna.

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