miércoles, 30 de marzo de 2016

Una nueva Navidad, la número 2016

 

    Adoración de los pastores, de Bartolome Murillo.
Museo del Prado

El nacimiento de Cristo marca el inicio de nuestra era que, por eso, toma el nombre de cristiana. De la fecha de ese nacimiento conmemoramos hoy 2016 años cabales. Es cierto que los especialistas todavía discuten acerca de si ella es la que corresponde o si podría ser otra, pocos años antes o poco años después. Lo importante para nosotros es que en ella recordamos un hecho cierto, el nacimiento de Cristo, más allá de estas discusiones cronológicas. La primera Navidad tuvo lugar en el mismo Pesebre de Belén y constituyó el festejo por el nacimiento de Nuestro Señor; festejo, por cierto, pobre, humilde y muy quitado de bulla; pero, muy alegre.

Pero, ¿quién era ese Cristo cuyo nacimiento tan callado en su momento de a poco fue celebrándose de manera cada vez más manifiesta, más pública y mucho más adornada? ¿Y por qué se le celebra y se la ha celebrado durante tan largo tiempo? Podemos decir que el eje de una auténtica celebración de Navidad es, antes que nada y por sobre todo, una reflexión acerca de la figura de Cristo. No es del caso, por cierto, tratar de hacerla ahora ni por este medio. Ella queda abierta como un desafío que nos interpela más allá de las cenas y de los regalos que solemos intercambiar en estas fechas. Recordemos, con todo y de manera muy breve, que Cristo es el Dios que se hace hombre sin dejar de ser Dios, porque sólo a través de Él la humanidad puede alcanzar el perdón por el acto de rebeldía protagonizado por nuestros primeros padres. "Perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen" fueron sus últimas palabras antes de morir en la Cruz y con ellas nos recupera para siempre la amistad con ese Padre que parecía tan inaccsesible; pero, dejando en nuestras manos seguir o no el camino que con su vida en este mundo nos abrió para alcanzar el premio de la vida eterna.

Esa ha sido la historia de la humanidad desde ese momento hasta nuestros días. Una permanente oscilación entre seguir el camino que nos propone Cristo con su vida y con su muerte o aquel que recuerda una y otra vez el paso de rebeldía dado en su momento por Adán y Eva. Es una lucha íntima que se libra en el corazón de cada uno de nosotros. El poeta castellano, Jorge Manrique(1440-1479), lo definió con toda claridad en las Coplas a la muerte de su padre:

"Este mundo es el camino
para el otro que es morada sin pesar;
mas cumple tener buen tino,
para andar esta jornada sin errar".
"Este mundo bueno fue
si bien usásemos de él como debemos,
porque según nuestra fe
es para alcanzar aquel que atendemos".
Por eso, en medio del tráfago y del bullicio de estos días, parece conveniente dejarse un modesto tiempo para meditar sobre este punto.

Para todos, una ¡Muy Feliz Navidad y un muy Próspero Año Nuevo 2016!


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