A
propósito de la aparición del virus Zika y de las consecuencias que
podría traer para quienes sea vean afectados por él, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) declaró esta semana una emergencia sanitaria
por la posible asociación entre los casos de microcefalia y desórdenes
neurológicos en bebés y el aumento de casos de personas
contaminadas con el virus del Zika. Y, a continuación, emitió un
comunicado por el cual conmina a los países a abrir ampliamente las
puertas al aborto de manera que las mujeres embarazadas que estén o
crean estar afectadas por el virus puedan deshacerse de sus hijos antes
de que éstos nazcan. Y, ello, nuevamente, en virtud de los derechos
humanos.
Argumento que da para todo. En este caso, para hacer la tarea del virus : matar antes de que él mate. Es cierto que hay siempre casos dramáticos; pero lo que no puede olvidarse es que al virus Zika se le combate para salvar la vida y la salud de las personas, no para ultimarlas. En vez de diseñar políticas de acompañamiento y de apoyo en caso de dificultades, de nuevo se opta por la vía más fácil: para que esas mujeres no molesten, se las envía al matadero. Es pues ocasión de recordar una vez más que el punto que orienta cualquier decisión al respecto es el reconocimiento de la condición humana de quien se gesta en el vientre materno. Matarlo es matar a un ser humano cabal, aunque eventualmente pudiera estar enfermo. Y, por lo tanto, el acto que apunte a ese fin no puede ser calificado sino como un crimen; y que si se le autoriza en ciertas condiciones, no puede dejar de ser aceptado en otras. Pero, digámoslo desde luego, del crimen que ahora nos ocupa, no serán responsables las madres en cuyos cuerpos él se consuma, sino aquellos que, para evitarse problemas, las han presionado para que opten por esa vía.
Argumento que da para todo. En este caso, para hacer la tarea del virus : matar antes de que él mate. Es cierto que hay siempre casos dramáticos; pero lo que no puede olvidarse es que al virus Zika se le combate para salvar la vida y la salud de las personas, no para ultimarlas. En vez de diseñar políticas de acompañamiento y de apoyo en caso de dificultades, de nuevo se opta por la vía más fácil: para que esas mujeres no molesten, se las envía al matadero. Es pues ocasión de recordar una vez más que el punto que orienta cualquier decisión al respecto es el reconocimiento de la condición humana de quien se gesta en el vientre materno. Matarlo es matar a un ser humano cabal, aunque eventualmente pudiera estar enfermo. Y, por lo tanto, el acto que apunte a ese fin no puede ser calificado sino como un crimen; y que si se le autoriza en ciertas condiciones, no puede dejar de ser aceptado en otras. Pero, digámoslo desde luego, del crimen que ahora nos ocupa, no serán responsables las madres en cuyos cuerpos él se consuma, sino aquellos que, para evitarse problemas, las han presionado para que opten por esa vía.
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