jueves, 2 de marzo de 2017

PATRIA Y CONSTITUCIÓN

 





Primera Junta de Gobierno de 18 de septiembre de 1810

Mañana celebraremos un nuevo aniversario de la independencia de nuestra patria. Hace 206 años comenzamos nuestro proceso de emancipación de la corona española que culminó, como se sabe, el 12 de febrero de 1818 con la declaración formal y definitiva de independencia. Un importante núcleo de quienes entonces habitaban Chile llegó a la conclusión de que estábamos suficientemente constituidos como nación como para gobernarnos a nosotros mismos y que no necesitábamos para nada seguir ligados a los dominios de la corona española. Ciertamente, esa pertenencia a la corona había sido fundamental para constituirnos como nación y desconocerlo sería una muestra de ingratitud y de injusticia con aquellos que dejaron sus esfuerzos y sus vidas durante casi trescientos años para que alcanzáramos la mayoría de edad. Sobre la base de ese esfuerzo y de ese sacrificio, llegamos a esa edad y, por lo mismo, fue natural entonces que pensásemos y actuásemos en pos de la independencia. Los traumas que ésta significó de ninguna manera nos pueden hacer olvidar nuestro pasado y, lo que es más importante, nuestras raíces afincadas en la herencia de la hispanidad.

Por todo esto, no puede dejar de llamar la atención que 206 años después de reconocernos constituidos como nación y habiendo dado con éxito el paso a la independencia, la historia nos sorprenda discutiendo si debemos darnos una nueva constitución. ¿Es que ya no estamos constituidos? Muchos argumentarán que no se trata de eso y que por Constitución entendemos ahora una ley algo más importantes que las otras, que establece las bases de una convivencia que ya existe; que, de ninguna manera, se trata de una constitución real a partir de cero. Pero, los nombres no se dan en vano.

Sobre todo , cuando éste cae en manos de gente, como la que ahora nos gobierna, tan dominada por los complejos ideológicos. Por ejemplo, ya no se trata, como ha sido la tradición de Occidente, de hacer imperar la justicia dando a cada uno lo suyo en bienes, cargas, cargos, honores, penas, sino de hacer imperar la una utópica "igualdad", para lo cual no vacilan en destruir -para eso están las retroexcavadoras- lo que con tanto esfuerzo hemos avanzado en los últimos cuarenta años.

Es cierto que algo de esta mentalidad que apunta a refundar el país ha estado más o menos presente en los ensayos constitucionales a que se ha visto sometido el país en su historia; pero nunca en el grado en que lo vemos ahora. La destrucción de la familia, la muerte de los inocentes y las trabas al emprendimiento personal como motor del progreso de todos son, entre otros, postulados que están a la orden del día en el proyecto del gobierno. Ellos van en directa colisión con los que han sido los fundamentos reales de nuestra comunidad. 

Un nuevo aniversario de la patria independiente es, sin duda, ocasión privilegiada y motivo suficiente para reflexionar acerca de lo que ella ha sido, de lo que ella es y también acerca de su futuro.

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