miércoles, 30 de marzo de 2016

¡MIERDA! TENGO CÁNCER ¿QUÉ HAGO?

 



Roberto Ibáñez Atkinson
¡MIERDA! TENGO CÁNCER ¿QUÉ HAGO? (Ediciones Memoria Creativa, Santiago-2015)

Vibrante relato de un joven de 27 años de edad cuya vida transcurría con entera normalidad y que, sin embargo, de la noche a la mañana tuvo un cambio total cuando le dieron la noticia de que le habían detectado un gravísimo cáncer a la piel; un melanoma catalogado como uno de los cánceres más invasivos y propensos a la metástasis: “El impacto del cáncer en mi vida fue telúrico, me remeció y me hizo mirar hacia donde nunca antes había mirado en forma consciente. . .” (p. 84). Esta es la historia de la terrible experiencia y de las mil peripecias que, a partir de ese momento, comenzó a vivir. Desde luego y como entrada, la operación destinado a extirpárselo y, de paso, extirparle todos los ganglios de un brazo, continuando por la lucha posterior para evitar reincidencias.

No se trata de un relato lineal de esta experiencia ni sólo referido a la de él. Toma pie en su propio caso para mostrarnos, en primer lugar, la reacción de su familia más cercana. En el hecho, el cáncer los tocó a todos y eso produjo una solidaridad sin reservas. Toda la familia comenzó a vivir en función de este enemigo y de la estrategia para doblegarlo. El libro está colmado, en seguida, de los testimonios emotivos, estremecedores, profundos, de un gran número de personas que o estuvieron afectados por el mismo cáncer o por otros tanto o más graves; o que sufrieron la enfermedad en carne de seres muy cercanos y queridos: padres, hermanos, hijos, cónyuges. En fin, opiniones de médicos especialistas en el tema. De esta forma, el libro se convierte en una verdadera enciclopedia del cáncer; pero, presentada de de manera muy asequible, interesante y, aun, amena. Cumple así a cabalidad con la intención del autor: constituir un eficaz apoyo a quienes se vean o puedan verse enfrentados a similar prueba.

Desde luego él, en la portada, presenta su obra como “Una historia de vida y una guía para vivir mejor”. Sabemos, con todo, que son muchos, lamentablemente, los que se quedan en el camino y que, a pesar de todos los cuidados, fallecen. ¿Qué decirles a éstos? ¿Cómo darles consuelo y cómo prepararlos para el bien morir? Parece importante también ponerse en esta perspectiva en la cual aparecen, por ejemplo, las Coplas a la muerte de su padre (1438) de Jorge Manrique, el gran poeta castellano: “Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando como se pasa la vida, como se viene la muerte tan callando… “. Después de esta enfermedad, el autor confiesa que tuvo que construirse una nueva torre para su vida desde la cual tiene ahora una nueva perspectiva: “las montañas que me tapaban la vista ya no la interrumpen y el río del cual sólo veía un recodo, hoy lo aprecio entero, desde el nacimiento hasta la desembocadura en el mar” (p.152). ¿Verá Roberto desde ahí lo mismo que veía el poeta desde su propia torre?: “Nuestra vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir. Allí van los señoríos derecho a se acabar e consumir. . . .allegados son iguales los que viven por sus manos e los ricos”.

Con la muerte uno se puede topar después de una larga enfermedad o después de un súbito accidente o de un vida longeva. Pero, lo cierto es que con ella tarde o temprano nos vamos a topar. Conviene entonces tal vez tener presente y a todo evento esta enseñanza que constituye el meollo de la poesía que citamos: “Este mundo es camino para el otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino, para andar esta jornada sin errar”.

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